Vistas como están las cosas por el mundo del ciclismo, me he
acercado al yoga. Me atraía especialmente las posibilidades que ofrece de
competición (el chiste no es mío). Como sabéis el yoga se caracteriza por la
combinación de actividad física y mental. Uno de los ejercicios de
concentración que proponen consiste en imaginar un cisne nadando por un lago en
línea recta. Se trata de mantenerse en “postura cómoda” (sentado en el suelo o
sobre un cojín con las piernas cruzadas) con los ojos cerrados, entornados o
abiertos (deduzco que lo de los ojos da igual), durante varios minutos, cuantos
más mejor, pensando en la imagen propuesta. Es un entrenamiento para evitar tener
la cabeza perdida, distraída o dispersa, pues una persona con capacidad de
concentración elevada mejora su rendimiento intelectual, consigue conocer mejor
sus emociones y evitar problemas derivados como el estrés o la ansiedad (¿me
pregunto cómo demostrarán estas cosas?). Cualquiera que lo intente podrá mantener
la imagen apenas unos segundos, al menos que esté muy entrenado o tenga un don
natural para concentrase.
Empiezo
con el ejercicio: visualizo al pato nadando por el lago en línea recta, tras
varias respiraciones yóguicas completas reparo en que se trataba de un cisne,
así que le cambio el pico, el cuello y el color, y en lo esencial es el mismo
animal que va nadando por un lago en línea recta (el cuento del cisne feo), a
las pocas respiraciones, me empieza a preocupar lo que ocurrirá cuando llegue a
la orilla (¿por qué me obsesiona siempre el futuro?), recuerdo el principio yóguico
de “aquí y ahora” y sigo concentrado, pienso que la decisión la tomaré una vez
que llegue a la orilla. Será sencillo: se dará la vuelta, seguirá su camino a
pie o quedará encallado contra la orilla (aquí demuestro que necesito anticipar
las opciones). ¿Por qué llamarán a esto postura cómoda?. En efecto, en un
momento dado, el lago se acaba y llega a la orilla. Allí hay un niño rubicundo
alimentando los patos con gusanitos. ¿Dejo que el cisne se una al festín, le
doy la vuelta o sigue un nuevo camino a pie?. Ya está, vamos a lo simple, se da
la vuelta y sigue nadando. De repente un llanto de niña me reclama. Adiós cisne,
hola mundo. ¡Necesito ir en bicicleta!
A mí lo que me ocurre es que pronto me aparece otro pato (feo) impecablemente blanco que le mete el dedo en el ojo al mío y entonces me exalto mucho, me pongo muy nervioso y empiezo a decir cosas muy alejadas del espíritu olímpico (¿o era del espíritu yoga?). Poco importa. No debe ser bueno que me ponga así.
ResponderEliminarYo he cambiado mis arrebatos violentos, por arrebatos de ahimsa, dicen que va bien para el cutis.
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